Jamás te has olvidado completamente del cuerpo

«Tienes todavía demasiada fe en el cuerpo como fuente de fortaleza. ¿Qué planes haces que de algún modo no sean para su comodidad, protección o disfrute? De acuerdo con tu interpretación, esto hace del cuerpo un fin y no un medio, lo cual siempre quiere decir que todavía te atrae el pecado. Nadie que aún acepte el pecado como su objetivo, puede aceptar la Expiación. Por lo tanto, todavía no has aceptado tu única responsabilidad. Aquellos que prefieren el dolor y la destrucción no le dan la bienvenida a la Expiación.

Hay algo que nunca has hecho: jamás te has olvidado completamente del cuerpo. Quizá alguna que otra vez lo hayas perdido de vista, pero nunca ha desaparecido del todo. No se te pide que dejes que eso ocurra por más de un instante; sin embargo, en ese instante es cuando se produce el milagro de la Expiación. Después verás el cuerpo de nuevo, pero nunca como lo veías antes. Y cada instante que pases sin ser consciente de tu cuerpo te proporcionará una perspectiva diferente de él cuando regreses.

No hay ni un solo instante en el que el cuerpo exista en absoluto. Es siempre algo que se recuerda o se prevé, pero nunca se puede tener una experiencia de él ahora mismo. Sólo su pasado y su futuro hacen que parezca real. El tiempo lo controla enteramente, pues el pecado nunca se encuentra totalmente en el presente. En cualquier momento que desees podrías experimentar la atracción de la culpabilidad como dolor, y, por lo tanto, evitarías sucumbir a ella. La culpabilidad no ejerce ninguna atracción en el ahora. Toda su atracción es imaginaria, y así, es algo en lo que se piensa en conexión con el pasado o con el futuro.»

(Un curso de milagros, libro de texto)

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